lunes, 10 de abril de 2017




...-Me gustas,  Midori.
-¿Cuánto?
-Me gustas como un oso en primavera. 
-¿<<Un oso en primavera>>?
  -Midori volvió a levantar la cabeza-.
  ¿Qué es esto? ¡<< Un oso en primavera>>! 

-Imagina que paseas sola por un prado y se te acerca un osito con la piel aterciopelada y unos ojazos. De pronto el osito te dice: <<¡Buenos días,  señorita! ¡Quiere usted rodar conmigo? >>.
Entonces tú y el osito os pasáis el día entero rodando abrazados por una ladera sembrada de tréboles. 
Es bonito, ¿no?
-Muy bonito. 
-Pues a mí me gustas tanto como eso.
Midori me abrazó con fuerza. 
-Es lo mejor que he oído nunca -agradeció-.
Sí tanto te gusto,  ¿harás caso de cualquier cosa que te diga? ¡Y no te enfades!
-Claro.
-¿Me cuidarás  siempre?
-Claro. -Y le acaricié su pelo corto,  parecido al de un bebé-. 
Todo irá bien.  No te preocupes por nada. 
-Tengo miedo -dijo Midori. 
La abracé con dulzura hasta que sus hombros empezaron a subir y bajar rítmicamente y empezó a oírse la respiración del sueño...




       -Tokio Blues
        H. Murakami





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