martes, 4 de julio de 2017










20 años y todavía se sonrien mirándose 
a los ojos. 
Se besan,
se comparten el cigarro,
para ser exactos tres al día, antes era la cajetilla.

El trae la misma chamarra de cuero,
ella el mismo tinte en el pelo, 
y, aunque ellos no se toman de la mano,
recuerdan cuando se conocieron bailando un rock and roll en el Sean Paul;
donde lo que importaba era que tocaran tu canción y el aguante hasta las 5 de la mañana.

Se dice que a una mujer la deja encantada un chico seguro de sí mismo, a ella esa noche, la dejó paralizada su intento de ritmo y su timidez al hablar apesar de sus pelos parados, pantalones negros y la finta punk que traía de arriba hacía abajo.

Saben que ya les queda bien la palabra viejos,
pero, ella se fija en el espejo y no se resigna a que sus líneas de expresión se expresen de 
todas esas desveladas caminando abrazados por las calles o bailando ebrios sobre el toldo de un coche, sonríe y deja que el pasado 
le envuelva la cabeza;
a él sólo le importa otra botella 
(y tres besos de ella).

Uno los mira y causan intriga de saber cuánto 
durará- ya no digamos el amor, 
pero sí de sus corazones latir.



-Horacio Chirino



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