sábado, 22 de diciembre de 2018















Estracto -La niña perdida de Elena Ferrante






El vestíbulo del edificio estaba en silencio, de los pisos no llegaban voces ni ruidos. Miré a mi alrededor angustiada. Quería que Lila apareciera por la escalera A o B o de la garita desierta del portero, flaca, gris, la espalda encorvada. Lo deseé más que cualquier otra cosa,  lo deseé más que un regreso inesperado de mis hijas con mis nietos. Esperaba que dijera con su sorna habitual: ¿te gusta el regalo? Pero no ocurrió y me eché a llorar. Fíjate lo que había hecho: me había engañado, me había llevado por donde quería ella, desde el comienzo de nuestra amistad. Durante toda la vida había contado su propia historia de rescate, usando mi cuerpo vivo y mi existencia.
O tal vez no. Tal vez esas dos muñecas que habían recorrido más de medio siglo para llegar hasta Turín significaban únicamente que ella estaba bien y me quería, que había ido más allá de sus límites y por fin tenía la intención de viajar por el mundo, ahora menos pequeño que el suyo, viviendo en la vejez, según una nueva verdad, la vida que en la juventud le habían prohibido y se habia prohibido. 
Subí en ascensor, me encerré en mi apartamento. Examiné con cuidado las dos muñecas,  aspiré su olor a moho, las apoyé en los dorsos de mis libros. Al comprobar que eran pobres y feas me sentí confusa. A diferencia de lo que narran los cuentos, la vida real, cuando ha pasado, no se asoma a la claridad sino a la oscuridad. Pensé: ahora que Lila se ha dejado ver así de clara, debo resignarme a no verla nunca más. 



-La niña perdida. 
 Elena Ferrante











miércoles, 12 de diciembre de 2018





Hace una semana cantó conmigo 
toda la canción 
y sentados en la banqueta 
tomamos coca-cola en una taza 
de té.


El domingo nos dimos de baja como 
seres humanos para darnos de alta como enamorados.


Ayer me abrazó de cucharita 
toda la noche.


Hoy necesito que me indiquen 
en dónde tengo que firmar 
para que se repita siempre.




-Horacio Chirino








domingo, 9 de diciembre de 2018



"Soy el séptimo hijo de un granjero de Nebraska que vino a la gran ciudad durante la Segunda Guerra Mundial para trabajar en las plantas 
de defensa.  
Decidí que me gustaría tocar música 
cuando me sentaba y escuchaba los grupos 
de blues que practicaban en varias casas; 
observé atentamente a los guitarristas 
y luego me fui a mi casa a practicar Okie Dokie Stomp de Clarence Gatemouth 
hasta que me volví loco en la punta 
de mis dedos y mi cerebro.  
Fui a trabajar con algunos grupos de rock diferentes, la música se hizo más y más fuerte. Pasaron algunos años y decidí mudarme a L. A. 
y concentrarme en la escritura, así que aquí estoy..."


..."Si alguna vez tengo que desaparecer,  
me adentraré caminando en el desierto 
y no regresaré nunca más..."



-Jim Sullivan













lunes, 3 de diciembre de 2018



Resumen de hoy:

En la mañana alguien se emputa 
porque la sexualidad es para gente indecente,
las galletas de chocolate saben bien 
con un café caliente;
tu pasas, volteas a la ventana 
y me sonríes
(creo que este momento me supo mejor 
que tus caricias en la noche, qué raro). 
Me doy cuenta que tus ojos son 
más grandes que los míos, 
me dió ternura 
y en un papelito dibujo un corazón 
con tu nombre
(como gasto papel en recordarte) 
tal vez seré alguien triste pero 
con ideas claras, aunque mezcle conceptos.
En la tarde ya no te vi, hice lo posible por esperarte, 
pero tengo dignidad, no quiero ser 
de los tontos olvidados.

Te espero en la noche.



  -Horacio Chirino