miércoles, 15 de mayo de 2019

CONTENIDO NETO







-¿Qué se escucha?
-Es mi corazón.
-Pensé que era una lavadora, así se escucha en mi casa sábado y domingo, 
es la vecina con su matraca: tra, tra tra tra, tra, tra...










                   5:46 pm.



Muy bien seré sincera:

Rezaba para que el semáforo se pusiera en rojo para alcanzarte.
Vi a lo lejos que fumabas un cigarrillo, 
a  mi me sudaban las manos y me jalaba el suéter, por, ya no digamos hablarte 
sino cruzar juntos la avenida: 
hombro con hombro, 
mano con mano, 
mochila con mochila.

Juro que cuando se puso en verde, fue el paseo de mi vida.
Ahora rezo para coincidir todos los días, 
porque ya coincidimos con la luna, es la misma, el mismo clima,
la misma generación donde no importa el futuro, total, estamos vivos, 
la misma era donde no está mal 
visto besarnos a la primera y llegar ebrios hasta las 10 del otro día. 
Seré directa: te espío, no soy psicópata, 
pero si loca por soltar todas estas ganas de ser contigo sincera .

(Alguien mirando el reloj esperando a su pretendiente desconocido).









                                             Borrachos cursis
(pero no de los que cantan canciones de amor en medio de una fiesta, sino los que dan por sentado que la vida te da valor y no sólo embriagarte hasta el otro día)




Se le acerca.

- ¿Quién eres?
- Nadie
- Oye, ¿dónde están todos? 
- Están bailando. Me gustas.
- ¿Qué?
- ¡Que me gustas!

(el sonrió y bajó la cabeza) -Oye, no sabes a qué hora son.

- Son las 2 y cuarto. No te quería decir nada hasta que estuvieras bien.
Te quiero pa´l diario, pa´l trabajo, pa la vida, pa´l amor, 
pa las tristezas, pa lo que sea.

(el otro incrédulo comenzó a reírse fuertemente). 

- Es enserio.
Quiero besarte, ¿puedo?
Quiero besarte y meter esta situación y otras más dentro de mi cabeza, 
como un armario lleno, pero no de cosas viejas o cuchitriles olvidados, 
sino de cosas bonitas, cosas de las que uno llora,
cosas para hacernos una bonita memoria.

- ¡Estás borracho! le dice indiferente y eructa discretamente.
- ¡Tú igual!, ¡estamos iguales! Hasta eructando te ves bien.

Se agacha y luego se ríe contestándole: -¡Mañana se te va a olvidar!

- No creo, estas a 3 segundos de saber que te amo, sino me crees toma el tiempo.
No quiero regresar solo a casa
quiero regresar con alguien: contigo.

(el otro se pasó un trago de saliva, apretando fuertemente la garganta). - No sabes lo que dices
en las mañanas me apesta la boca, soy enojón, se me cae el pelo, ronco...

- Puedo vivir con eso.

(contestó con certeza, como nunca antes, como nunca en su vida, modesta, sencilla;
contestó como cuando sus padres se separaron y a él le preguntaron: 
¿con quién quieres vivir?
Si te quedas con lo primero tendrás que ver entrar flechazos sin blancos, ganas de vivir, 
personas que quizás regresen
y amores platónicos.  
Y si eliges lo segundo verás como progresa el tiempo, 
decir palabras nuevas tanto pueda, 
voltear a ver las estrellas
y contemplar que bien escribe "te amo". 

Él contestó: no sé, pero de una cosa si estoy seguro, 
estoy vivo. Mejor me voy de casa.
Y eso que ya tenía conciencia de lo que hacia, 
y eso que ya tenía 12 años).


- No puede ser-, contestó el otro,   - sólo espero que con el tiempo no te arrepientas -.


Después se tomaron de la mano y bailaron juntos.



(ya borrachos no aplican las leyes de la pena, de la formalidad, 
de la prudencia, ni de nada; qué importa).





 
 
   
       -Horacio Chirino















miércoles, 1 de mayo de 2019

Melancolerías o un chismoso en una fiesta





Mientras Margarita ponía la sinfonola, las de a lado platicaban de lo que le pasó a Rafaelito. Todo olía a flores, las que le trajeron a la hija, porque el novio se quería lucir. La más chica de los de atrás tenía el corazón sangrando y le ardía el alma por un cabrón, supo que la engañó con alguien de la esquina, al parecer su mejor amiga (pinche cabrón). 
Cuando comenzó la música, la de las trenzas blancas se apretó las manos y le escondió la botella de chínguere al abuelo, que justo estaba acostado en la cama viendo por la ventana. Afuera en las sillitas de madera platicaban los hermanos, se atajaban del sol debajo de la escalera adornada con macetas, uno le explicaba al otro que ocupaba consejos de alguien porque ya los remedios no le funcionaban. El catrín alto y trajeado recargado en la pared se acomodaba el pantalón de la erupción volcánica que le ocasionó alguien, creo el meneo de Margarita. La madre preparaba camarones al diablo, ya quería terminar y salir fugazmente de la cocina; mientras tanto, en el patio, ya Margarita envuelta en el baile, cerraba los ojos y volteaba hacia el cosmos pensando en que sólo un tiempo más en esta vida y dejaremos de existir, bajó la cabeza y sólo espera a que cuando eso suceda continuemos viviendo en la mente de alguien. 
Tal vez sean cosas, ideas, que no tienen sustancia o utilidad, pero para ella era mucho. Yo la veo desde la ventana; sabe que estamos envejeciendo, que no nos hace falta nada, que algunos tienen los corazones llenos, otros dichosos,  y los demás ven la vida pasando con la cara al viento,  en fin, pero todos anduvimos en el camino. 
Suena la música,    
luego ella alza las manos al cielo y todos se levantan a bailar;  
después, finjen que en ese baile de los bailes 
todos somos importantes.






-Horacio Chirino