…Y se encontró con su yo perdido.
Estaba hasta el fondo de su ropero, hasta atrás de las chamarras, debajo de los abrigos. A un lado, estaban las fotografías de hace años, una libreta y su pluma con una crema para curar los raspones heridas y quemónes.
Salió sosteniéndose de la puerta y del cajón de poco en poco, primero un pie y luego el otro; y después fue recogiendo los pedacitos de su corazón hasta llegar debajo de la cama, el pedazo más grande estaba debajo de su zapato favorito. Ese que lo andaba con prisas.
Ya todo en su lugar y juntado.
Tiró a la basura el reloj que le media el ritmo…
- Horacio Chirino
No hay comentarios.:
Publicar un comentario