Me gustaría que todos los escritores y escritoras, los que escriben, los que leen, las y los que de casualidad y causalidad se topan con las letras y las interpretan en palabras, sonidos, ideas, y les hacen sentir emociones; nos únamos en un lugar pequeño, una casita, un patio, debajo de un árbol y platiquemos de lo que nos hacen sentir toda esta unión de palabras. Contemos cómo dimos con las palabras, quién nos orilló a interpretarlas y a expresarlas pero también quién nos obligó a callarlas y a reprimirlas.
Me gustaría ya no hablar ni decir, sino vomitar lo que hay dentro de nuestra cabeza, lo que se nos esconde entre los dientes y debajo de la lengua, lo que se nos atoró en el pecho o en el corazón y no hemos podido expresar.
Reunirnos en un lugarcito pequeño, en donde las estrellas den las buenas noches, en donde te saluden los arboles con sus ramas, en donde el sol te bese, en donde el aire pase entre tu pelo, en donde la gente escuche, en donde si hay ruido, cese y escuchen lo que hemos escrito y que si llueve sea una lluvia decente, y que si hay sonidos sea de músicas de bandas locales y bailemos.
-Horacio Chirino
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