No puedo hablar.
No sé con quién hablar.
Le pregunté a alguien que si podía contarle
y se giró a seguir viendo la tele.
Le pregunté a otro y respondió que tenía hambre.
Me acerqué a la almohada y se quedó callada.
Las canciones me dijeron que no
(no seguía sus consejos).
Nadie dijo si.
Comencé a hablar poco a poco,
palabra por palabra
y palabras;
el silencio se notó,
no había regreso
ni eco.
Algunas se atoraban en el nudo de mi garganta;
las pocas que lograban esquivarlo
salían en forma de sílabas.
Se me aguadan los ojos.
Estoy bien.
-Horacio Chirino
No hay comentarios.:
Publicar un comentario