Yo me merezco
que ellos se abracen
por todas las noches que no
se abrazaron, que se miren
no de vez en cuando,
que se pasen el chicle,
que se ayuden a dormir contándose las ovejas,
pero antes: que sus ideas giren en la cabeza de ella; que él en cueros mire al vacío en medio de la oscuridad mientras sólo le acompañe su flash, y sólo después: que se esperen en la esquina.
Total: que se apoyen en la mesa.
-Horacio Chirino
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