martes, 13 de septiembre de 2016



...no quiero estar.
Hoy me quiero desvelar 
con la antigua luna, 
y no saber de nada que me levante 
en la mañana.
Quiero recorrer con mis ojos su palidez, su figura;
como yo lo hacía con tu cintura. 
Hacerle el amor.
Voy por las calles, 
moviendome entre las luces 
de esta ciudad.
El dolor que causas me trajo hasta acá. 
Llego al bar de aquellos jueves, 
de tardes lluviosas, 
de dulces poemas y curados de olvidos.
Sí que me sigues haciendo suspirar.
No hay nada mejor 
que recordar esos cuandos:
cuando nos vimos a los ojos 
por primera vez,
cuando me hablabas al oído,
cuando caminabas conmigo,
cuando en las madrugadas 
me hacías cosquillas en la espalda,
cuando me esperabas en la esquina,
cuando me preguntabas 
lo que hacía hace un año,
cuando me decías te quiero 
y me agarrabas de la mano,
y también tus besos,
creo que ahora estoy fantaseando;
que estás ahí, en ese rincón escribiendo o cantando una melodía tal vez para mí.
Porque es lo que queda después de todo.
Después de ti, después de tus momentos, de tus gestos, de tus versos 
y aquellos duelos y miedos 
que sigues arrastrando,  
porque sí que te pesan.
Una pequeña ilusión que lleva a perderme entre las calles y también en mi cabeza.
Ésta es la ultima vez que llego aquí,
pido por ti un curado,
que cura el olvido, tu olvido;
por el que vine hasta aquí. 

             -Horacio Chirino

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