miércoles, 7 de septiembre de 2016
No me gusta estar, ni caminar sola
en esta vieja casa,
las escaleras crujen cuando duermo;
aunque eso a ti te molestaba,
nos mantenía juntos,
pues te recordaba
que tenías que abrazarme
para que no me diera miedo ese canijo ruido.
La fría humedad del jardín envuelve a la casa,
aunque eso a ti te enojaba,
te hacía dirigirme la palabra,
pues me decías "ponte tu suéter,
para que no pesques un resfriado".
La sombra de aquella puerta viene
y me cuida todos los días,
y en las noches me cubre,
lo hace para no sentirme solita.
Aunque no lo estoy mucho,
ya que he platicado
tanto con las paredes,
que ya hasta se saben mis secretos
y el eco, el eco siempre me contesta
con los mismos versos.
Marcharme de aquí no pienso,
es como echar todo al olvido;
no es que la casa
me recuerde cuando me besabas,
pero al menos me responde
cuando todo está jodido;
lo que tú no hacías por tus apuros.
Ahora,
veo lo que hacía la casa
por mantenernos juntos.
-Horacio Chirino
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