domingo, 27 de noviembre de 2016

Descripción



Le gustaba dormir después de madrugada, 
pues los recuerdos le tocaban la ventana 
a esa hora, 
y a veces uno que otro muerto se asomaba 
debajo de la cama, 
pero no le importaba, 
pues se esfumaban con el brillo de su premio: alguna medalla o un trofeo,
por ser la número uno, por ser la más bonita, 
la que se acaba el aire, la dama, 
la elegante.
El perfume de alguien era su amigo íntimo;
cuando la tocaba ya tenía el derecho 
(por un rato o por toda la noche) 
de saber la profundidad de todos sus secretos  
y también la de su alma.
Entre rosas, despedidas y tragos sin medida,
ahí estaba,
así siempre se encontraba,
dependiendo de la cama donde despertara.

-Horacio Chirino


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