martes, 30 de agosto de 2016
La música seguía,
entre las copas se encontraba
y el cigarro se le consumía
en la mano.
Las pestañas llenas de rimel
estaban más que dispuestas
a seguir esperando a ese
que algún día dijo que regresaría.
Nunca se atreve a cambiar
de aires ni ir a otros bares.
Sólo ansía con inmensas ganas
de que fuera viernes
para sentarse en el mismo lugar
a esperar.
Eso ocurrió la semana anterior,
y también ésta que pasó.
Ella sigue esperando
como cada noche a que llegue
su maldito amor.
Pues como olvidar el café
en su cocina,
esa foto en el parque,
y la declaración de amor
en ese restaurante.
Le decía negrito porque así era su piel,
su torso y también sus delgados pies.
Al igual que la oscuridad de aquel bar.
Ya son casi las 4 de la mañana y como las otras veces, no llega,
Tendrá que volver otro viernes
para sentarse en aquel bar y volverlo a esperar.
-Horacio Chirino
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